El mundo de las aves es
sorprendente. Todos los que, de una manera u otra, les dedicamos una buena
parte de nuestro tiempo, sabemos que la ornitología es una ciencia que siempre
sorprende.
Y es que nuestra afición requiere
de un férreo amor a la incertidumbre, la misma que compensa esos madrugones de
fin de semana, y nos mueve a plantearnos la sugerente cuestión: ¿qué veré hoy?
Nadie mínimamente iniciado en el mundo de las aves ha dejado de hacerse
ilusionado esta pregunta ante una jornada de campo. Es la poderosa fuerza de la
incertidumbre.
Todo este impulso vital alcanza
su cénit en los “pajareros” del Reino Unido, cuya forma de entender la
ornitología supera con creces los límites de una simple afición. Ellos son los
inventores de casi toda la jerga que usamos los aficionados a las aves, en
constante evolución desde los años 90. Vocablos ya clásicos como “Twitcher”,
“Mega” o “Birding” son buenos ejemplos de ello.
La historia que da título a esta
entrada comienza el pasado 25 de junio, en la remota isla de Harris,
perteneciente al archipiélago de las Hébridas Exteriores, al noroeste de
Escocia. Un pequeño pájaro es observado sobrevolando a gran velocidad el
minúsculo puerto de la población de Tarbert. De inmediato, saltan las alarmas:
se trata de una rareza de primer orden, un vencejo
mongol (Hirundapus
caudacutus), ave que cría en la lejana Siberia.
Baste decir que solo se ha
observado nueve veces en la historia del Reino Unido (y una sola observación
confirmada en España: costa gallega, en noviembre de 1990). Este vencejo
posee el récord mundial de velocidad en vuelo horizontal, nada menos que 170
km/h. Pese a la dificultad de acceso a la zona, un gran número de ‘twitchers’
(ornitólogos capaces de las más grandes proezas logísticas para observar un ave
rara) se dirigen allí a rendir homenaje a este vencejo asiático.
La pasión de los británicos por las rarezas es bien
conocida: no es extraño que, tras la aparición de un ave rara o poco frecuente,
la noticia se extienda por los más diversos medios, y ese mismo día o el
siguiente, la zona quede poblada por centenares de telescopios, como en un
extraño y antiguo ritual. He aquí algunos ejemplos sacados de internet:
Lo que
nadie podía imaginar era el trágico desenlace de tan festivo evento. El 26 de
junio, ante un horrorizado grupo de ‘twitchers’, el vencejo viajero, la pequeña
avecilla venida de Asia, encontró la muerte tras colisionar con un molino de
viento.
Foto cortesía de Mark Rayment |
El
shock para los allí presentes fue tremendo. La noticia se extendió rápidamente;
radio, televisión, prensa, blogs, etc. El suceso abrió incluso un debate sobre
los aerogeneradores y su impacto en las aves. Aunque no es la primera vez que
un ave venida de lejanas latitudes cae presa del agotamiento o de algún
depredador, el triste final del vencejo mongol de Tarbert tardará mucho tiempo
en borrarse de la memoria colectiva de la ornitología británica.
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