viernes, julio 12, 2013

El trágico final de un vencejo mongol

El mundo de las aves es sorprendente. Todos los que, de una manera u otra, les dedicamos una buena parte de nuestro tiempo, sabemos que la ornitología es una ciencia que siempre sorprende. 


Y es que nuestra afición requiere de un férreo amor a la incertidumbre, la misma que compensa esos madrugones de fin de semana, y nos mueve a plantearnos la sugerente cuestión: ¿qué veré hoy? Nadie mínimamente iniciado en el mundo de las aves ha dejado de hacerse ilusionado esta pregunta ante una jornada de campo. Es la poderosa fuerza de la incertidumbre.


Todo este impulso vital alcanza su cénit en los “pajareros” del Reino Unido, cuya forma de entender la ornitología supera con creces los límites de una simple afición. Ellos son los inventores de casi toda la jerga que usamos los aficionados a las aves, en constante evolución desde los años 90. Vocablos ya clásicos como “Twitcher”, “Mega” o “Birding” son buenos ejemplos de ello. 


La historia que da título a esta entrada comienza el pasado 25 de junio, en la remota isla de Harris, perteneciente al archipiélago de las Hébridas Exteriores, al noroeste de Escocia. Un pequeño pájaro es observado sobrevolando a gran velocidad el minúsculo puerto de la población de Tarbert. De inmediato, saltan las alarmas: se trata de una rareza de primer orden, un vencejo mongol (Hirundapus caudacutus), ave que cría en la lejana Siberia. 

Mapa de distribución del vencejo mongol Hirundapus caudacutus. En diferentes tonos de verde, área de reproducción de las dos supespecies reconocidas (caudacutus al norte y nudipes al sur). En amarillo, área de invernada. Fuentes: Wikipedia, BirdLife International y Australian Government.

Baste decir que solo se ha observado nueve veces en la historia del Reino Unido (y una sola observación confirmada en España: costa gallega, en noviembre de 1990). Este vencejo posee el récord mundial de velocidad en vuelo horizontal, nada menos que 170 km/h. Pese a la dificultad de acceso a la zona, un gran número de ‘twitchers’ (ornitólogos capaces de las más grandes proezas logísticas para observar un ave rara) se dirigen allí a rendir homenaje a este vencejo asiático. 

La pasión de los británicos por las rarezas es bien conocida: no es extraño que, tras la aparición de un ave rara o poco frecuente, la noticia se extienda por los más diversos medios, y ese mismo día o el siguiente, la zona quede poblada por centenares de telescopios, como en un extraño y antiguo ritual. He aquí algunos ejemplos sacados de internet:



Lo que nadie podía imaginar era el trágico desenlace de tan festivo evento. El 26 de junio, ante un horrorizado grupo de ‘twitchers’, el vencejo viajero, la pequeña avecilla venida de Asia, encontró la muerte tras colisionar con un molino de viento.
 
Foto cortesía de Mark Rayment

El shock para los allí presentes fue tremendo. La noticia se extendió rápidamente; radio, televisión, prensa, blogs, etc. El suceso abrió incluso un debate sobre los aerogeneradores y su impacto en las aves. Aunque no es la primera vez que un ave venida de lejanas latitudes cae presa del agotamiento o de algún depredador, el triste final del vencejo mongol de Tarbert tardará mucho tiempo en borrarse de la memoria colectiva de la ornitología británica. 


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