El domingo 24 de septiembre, Mario Rodero, Víctor Merino y yo pasamos un día de lo más agradable pajareando en las lagunas manchegas. Son ya 4 años, si mal no recuerdo, los que llevo visitando regularmente este complejo de humedales tan apasionante, y no me canso.
Comenzamos en Lillo a las 8:30h, esperando ávidos la llegada de las gangas y ortegas que a diario se acercan a beber. Antes de llegar al agua, una tarabilla norteña nos dio los buenos días. La zona más limicolera de la laguna (cerca del colector, en la zona este) estaba rebosante de vida pajaril. Un bando de 80 azulones, con varios tarros blancos y cercetas entre ellos, nos saludó apropiadamente huyendo nada más abrir las puertas del coche.
Parejita de ánades rabudos.
Había varios juveniles de tarros con un plumaje sucio y desdibujado, pero guardando aún así el encanto. Los correlimos comunes y menudos daban la nota para variar, sobre todo estos últimos, que presentaban una gran variedad de plumajes. Vi uno en plumaje de verano, a estas alturas. La gran mayoría juveniles fresquitos mostrando la “v” blanca tan característica. Unos cuantos mostraban ya las primeras trazas del plumaje de primer invierno, y sorprendentemente, dos o tres ya estaban casi completamente mudados. Los chorlis estaban, como siempre, bien representados, con buenas cantidades de grandes (unos 40), chicos (+13) y patinegros (unos 19). Una agachadiza común llegó rompiendo el aire, y a los 30 segundos, volvió a levantar el vuelo, perdiéndose en el horizonte...y mientras tanto, caos de limis alimentándose..mi paraíso particular.
Grupo de avocetas.
Y entre tanto barullo...anda! un juvenil de correlimos zarapitín, que se quería escapar del conteo. Además, 6 avocetas nos amenizaron la espera con un posado espectacular, y un estilo de Un macho de Ortega, con un correlimos menudo de primer invierno y un correlimos común.
alimentación que nos sorprendió bastante, pasadas rapidísimas de pico bajo la lámina de agua, en una única dirección, con repeticiones cada poco tiempo en dirección contraria.
La espera fue recompensada con la llegada paulatina a la laguna de un esmerejón hembra/joven que pasó volando rápido, espantando momentáneamente a todo bicho viviente. Una avutarda nos pasó en vuelo casi por el cogote, y pudimos disfrutar de su potente silueta. Como colofón, las esperadas y sedientas esteparias: llegada paulatina de Ortegas (Pterocles orientalis) siempre en parejas, y de Gangas (Pterocles alchata), éstas últimas llegando primero en grupitos de 3 a 8 aves, y luego masivamente en grupos cerrados de aprox. 120 ejemplares. Espectacular escena, llegada y rápida partida (a veces levantaban el vuelo después de dar 1 ó 2 tragos) y la lógica algarabía en el aire al partir de nuevo hacia la aridez.
Siguiente parada: Alcázar de San Juan. Gran decepción al descubrir que la laguna de La Veguilla está seca...aghhh, la mejor laguna! Luego nos enteramos de que el flujo de agua residual depurada se corta en junio, y se vuelve a suministrar en octubre..habrá que esperar. Seguimos por el camino de tierra hasta el Camino de Villafranca, con la sorpresa de ver a cientos de cigüeñuelas vadeando la escasa lámina de agua. En una zona apartada, 9 combatientes (3 machos y 6 hembras) y varios chorlitejos de las 3 especies. Al fondo, una balsita de unos 30 ó 40 ánades rabudos, con varios tarros blancos y algún flamenco aislado. La anécdota divertida de la jornada la protagonizó un precioso juvenil de archibebe claro, al que por casualidad puse en pie de guerra: al reproducir el canto de alarma que tengo como tono en el móvil, el ave respondió furiosa, acercándose rápidamente, sobrevolándonos y rodeando la laguna varias veces emitiendo su típico silbido múltiple...nunca había visto a un limícola tan cabreado! Que me perdone el pobre...no fue con mala intención.
Con premura, salimos hacia Pedro Muñoz. Primero, laguna del Pueblo; después, Alcahozo, que estaba totalmente seca. En el Pueblo, poquísima agua. Muchas fochas, algunos zampus comunes, cucharas y cercetas. De limis: 1 joven de andarríos bastardo, un archibebe claro, 4 andarríos grandes, +10 avefrías, 7 avocetas y 1 adulto mudando de aguja colinegra, que parecía de la ssp. nominal, por tamaño, forma general y patrón del plumaje.
Sin más pérdida de tiempo, salimos pitando hacia Miguel Esteban, pues Víctor tenía que estar en casa sobre las 5 de la tarde. Al llegar, nos llama la atención la cantidad de paseriformes en paso, en los frutales y en los tarayes alrededor de la laguna. Papamoscas cerrojillo, tarabilla norteña, mosquitero musical, jilguero, papamoscas gris y mosquitero ibérico o común. En la laguna cercada, espectáculo: 4 flamencos jóvenes se posan delante del observatorio y comienzan a atusarse el plumaje...digiscopeados a placer...como tiene que ser.
Hicimos de auténticos paparazzis (ahora entiendo a la Obregón) y luego comimos allí mismo, celebrando la “caza” y alucinando con una tarántula enorme, de las más grandes que yo he visto, portando en el abdomen el saco ovígero. Obviamente, fue fotografiada sin piedad...qué malos somos... Los charcones estaban secos...para mi desgracia, el mejor lugar de La Mancha para aproximación de limícolas seco...hay algo peor que eso?
Ya de vuelta, nos detenemos un rato a observar pajarillos en paso, una pareja de porrones, dos malvasías, varíos cucharas, etc. Nos encontramos con Carlos Torralvo, al que por fin pude conocer en persona. Tras una animada charla (lástima que Carlos estuviera trabajando, no pudimos compartir unas cañas en Miguel Esteban...) vuelta a Madrid, con el sabor de boca tan bueno que suele dejar La Mancha.
En un lugar de La Mancha, de cuyas aves siempre quiero acordarme...