Una singladura memorable El pasado sábado 5 de septiembre el Aula do mar zarpó una vez más desde Cariño, para soltar adrenalina a 20 millas del cabo Ortegal.
Con Manuel y José Miguel organizando el cotarro, en seguida se dieron cuenta de que por la noche el viento había cambiado a nordeste. "Mala mar para navegar", dijeron. Un servidor, que nunca se ha mareado en ningún medio de transporte, subí a bordo como los de Bilbao: con sólo un café en el estómago, sin pastillas para el mareo, y zapatillas deportivas...toma ya, todo un lobo de mar del lado norte del Manzanares ;-)
Saliendo del puerto, la mar estaba tranquila; nada que ver con lo que nos esperaba fuera.
El trayecto de ida fue duro, constantes vaivenes del barco hicieron marearse a más de uno, y fue cuestión de tiempo que yo cayera. Al llegar a las 10 millas, mi vacío estómago cedió al Atlántico y comencé a marearme, justo cuando el barco se detuvo para virar y enfilar de nuevo la costa a menor velocidad. No llegamos ni a la mitad de las 20 millas previstas, debido al mal estado del mar.
Tras unos momentos realmente malos, me repuse lo suficiente para disfrutar del espectáculo:
Primero aparecieron las gaviotas, los charranes comunes y los fumareles comunes. A este cortejo siguieron los platos fuertes: págalos grandes, un rabero, hasta 5 sabines juntas, gaviotas argénteas, pardelas capirotada y sombría, paíño de Wilson...y la estrella del viaje, la especie (o mejor dicho, el género) que justificó con creces mi mareo: uno o dos petreles
Pterodroma sp Bimbo breve, lejano, pero bimbo al fin y al cabo, disfrutado al máximo, entre mareo y mareo, sonrisas, choque de manos, subidones de adrenalina y juramentos a la diosa Fortuna.
Una pardela capirotada
Puffinus gravis, perseguida por una gaviota sombría
Larus fuscus.Las primeras Sabines aparecieron pronto, a unas 10 millas de la costa.
Y los págalos grandes
Stercorarius skua, los reyes indiscutibles del oportunismo.
Sterna hirundoEl prota de la peli:
Pterodroma feae/madeira. Dos visiones fugaces, quizás individuos diferentes, con un vuelo oscilante vertiginoso, a unos 200 metros en la popa del barco. Nos dejó a todos con la boca abierta.
Gaviotas de Sabine. Nunca las había tenido tan cerca...
Este págalo rabero Stercorarius longicaudus sin cola nos confundió al principio. Por si acaso, hice fotos, que permiten desvelar su identidad "rabera"
Pardela cenicienta
Calonectris diomedeaPardelas sombrías
Puffinus griseusEsas Sabines...preciosas!
Otro
Sterna hirundo...
Gaviota argéntea disputando comida a los alcatraces juveniles.
Otra
Puffinus griseus...
Morus bassanus con un sedal en el pico...vimos varios con este triste artilugio clavado.
Hasta 3 Sabines juntas (detrás, un fumarel común).
Una de mis favoritas: pardela capirotada, una belleza.
Pardela sombría
Paíño de Wilson,
Oceanites oceanicusAl llegar a puerto, la cabeza me daba vueltas, el estómago lo dejé a 10 millas, junto a las pardelas y págalos. Pero nadie podía quitarme la sonrisa de la cara (palida, eso sí), a mi y al resto de marineros.
Desde aquí, un abrazo de amigo para los compañeros del aquel viaje, especialmente a Gorka Ocio, Yolanda y Manuel Fdez Pajuelo, ellos saben por qué.